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¿Y si volviésemos a los envases retornables?

En 1960, en algunos países las botellas de leche eran retornables. Así es, había que traer una botella vacía al almacén para poder comprar una llena. Si no lo hacías, debías pagar extra. Si se traían otras botellas, el almacenero las canjeaba. De esta forma, las botellas tenían un valor y nadie pensaba en tirarlas.






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