¿Eres capaz de imaginar como sería el mundo si no se hubiera inventado el vidrio?
A ver, echa un vistazo a tu alrededor. Hay algo de vidrio, ¿verdad? Ahora has memoria de todas las cosas que no serían posibles sin el vidrio: ¡no habría cámaras ni aparatos de cine, ni de TV, ni de fotografía ni de nada!
Eso para no mencionar que tampoco habría bombillos, ni lupas, ni telescopios, ni microscopios, ni tantas otras cosas que sirven para mirar e iluminar.
O sea que la medicina, la química y todas las ciencias estarían en la edad de piedra. Imagínate un laboratorio sin nada de vidrio: sería un desastre completo.
No habría ni acuarios, ni relojes de arena, ni relojes digitales, ni computadoras, ni vitrales, ni invernaderos, ni frasquitos de perfumes.
Tu propia casa sería horrorosa, oscura, con ventanas pequeñas, y andarías con ese pelo parado, pues los carros no tendrían parabrisas y encima no tendrías espejos para peinarte.
Pero menos mal que se inventó esa maravilla transparente.
Por algo será que hay vidrio en todas partes, siempre cumpliendo con la misión de proteger, dejar ver, iluminar, contener, comunicar….¡incluso mucha gente siempre lleva encima algo de vidrio!
¿Te gustaría conocer la historia del vidrio?
El vidrio tiene casi cinco mil años de inventado.
Y todo parece indicar que como otros grandes inventos, el vidrio se descubrió por casualidad en los tiempos de los faraones de Egipto. El cuento podría haber sido así: en una de las activas alfarerías de aquel impero, alguien estaba haciendo unos ladrillos de loza con un polvo de cuarzo mezclado con natrón (una especia de barro). Al meter los ladrillos en un horno a una temperatura de 900 grados, notó que los pedacitos de cuarzo, al entrar en contacto con el barro o con cenizas de leña, se recubrían parcialmente con una delgada capa vitrificada.
Se le ocurrió hacer perlas con aquellos trocitos y así nació el vidrio ¿Qué tal?
Todo esto se sospecha, porque el objeto de vidrio puro más antiguo que se ha encontrado es una perla que está engarzada en el cartucho del faraón Amenhotep, quien vivió mil quinientos años antes de Cristo.
O sea, que ¡la perla más valiosa del mundo es de vidrio!
Ya habían descubierto la forma de hacer piedras transparentes, pero querían hacer más cosas.
El problema es que aquella masa misteriosa sólo se podía moldear mientras estuviera blanda, y como no la podían tocar con las manos porque se quemaban, los egipcios se volvieron locos echándole colorantes para hacer más “piedras preciosas”.
Combinando distintos minerales produjeron bellas imitaciones de esmeraldas y turquesas.
También agarraban objetos y los barnizaban con una capa de vidrio, técnica que se llama “impregnación sobre núcleo”.
Entonces a algún artesano se le ocurrió que, si después de impregnado se sacaba el núcleo, quedaría una pieza hueca, como para guardar líquidos.
Así nacieron los primeros frasquitos para perfume: agarraban un pan viejo, lo bañaban de vidrio y cuando esta capa se secaba y endurecía, desmenuzaban el pan.
Lo mismo hacían con bolsitos arena, las cuales vaciaban cuando ya el vidrio estaba duro.
Y como no era posible hacer objetos grandes y con formas muy variadas, estuvieron más de mil años añadiendo colorantes al vidrio para hacer más collares, frasquitos y “joyas”.
El vidrio ya era conocido en todo el mundo cuando se produjo el descubrimiento que revolucionó su historia.. y la de la humanidad.
Era el siglo I antes de Cristo y en Alejandría (ciudad egipcia que entonces estaba en poder de los romanos) había una gran industria del vidrio. Los artesanos se rompían la cabeza pensando cómo hacer piezas más grandes y con mayor rapidez. Hasta que a alguno de ellos –también por casualidad- se le ocurrió soplar con una cañita la masa de vidrio recién salida del horno.
¡Eureka! ¡Eurekísima! De un instante para otro, se descubrió la manera de hacer envases grandes en vidrio
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Hasta entonces, los límites de la impregnación sobre núcleo, el manejo y mantenimiento de una sustancia pegajosa y caliente era una barrera ante todo intento de aumentar el tamaño de los objetos.
Con la cañita, el negocio se convirtió en soplar y hacer botellas, literalmente. No sólo se hizo posible beber en recipientes de vidrio, sino que se pudo acelerar la producción de envases. El noble material, que hasta entonces estaba reservado a los ricos, pasó a convertirse en un producto de uso corriente para todo el mundo: lo usaron para guardar y transportar vinos, aceites, remedios, perfumes, agua… y el que no usara vidrio era porque no estaba en nada.
Luego del soplado, se convirtió la técnica de hacer recipientes en moldes huecos articulados: o sea, dos piezas que se unen con un hueco en medio, el vidrio se sopla dentro y luego se separan las piezas del molde.
Se produjo entonces una renovación de las formas, que se hicieron mucho más variadas. Y a medida que el valor estético de los objetos dependían más de su forma que de sus colores, los vidrieros empezaron a abandonar la policromía para devolverle al vidrio su transparencia. A esto le llamaron “el milagro del agua sólida”.
Pasaron otros mil años y hubo pocas noticias interesantes en la historia del vidrio. Hasta que llegó Venecia, esa famosa ciudad acuática de Italia, y se adueñó del comercio en el Mar Mediterráneo. Una de las principales mercancías era el vidrio, así que los venecianos, muy astutamente, se llevaron para su casa a cuanto experto vidriero había en el Oriente.
De esa manera concentraron todo el conocimiento y los secretos de la elaboración del vidrio para exportarlo a todas partes.
En el año 1291 (hace 700 años), los venecianos decidieron concretar toda la industria en la isla de Murano para tener reunidos a los expertos artesanos.
En 1463 los venecianos inventaron el “cristalino”, vidrio transparente y brillante, parecido al cristal de roca, con el que fabricaron frascos, botellas y adornos de gran refinamiento que invadieron Europa de punta a punta.
Para mantener ese monopolio, el gobierno de Venecia tenía prácticamente presos a los artesanos, y el que se atreviera a escaparse, le mandaban un asesino para que lo matara porque “sabía demasiado”.
Sin embargo algunos vidrieros venecianos lograron escaparse a otros países de Europa, lo que a la larga significó la aparición de nuevos competidores que acabaron con la hegemonía de la pérdida y encantadora Venecia.
Así, en Alemania, se refinó la técnica del esmaltado, el dorado y el tallado de vidrio.
En Inglaterra, un tipo llamado George Ravenscroft inventó en 1672 el “vidrio de silex” o Flint-glass, que se impuso rápidamente y cuyo uso es común en nuestros días para la fabricación de envases blancos o transparentes.
Mientras tanto, en Francia, el “Rey Sol” Luis XIV se empeño en orientar todos los esfuerzos de los vidrieros hacia la fabricación de espejos de grandes dimensiones, muy útiles para que los cortesanos se acomodaran esas pelucas llamativas que usaban en aquella época.
Sin embargo, por ese camino fueron los franceses quienes desarrollaron el primer sistema de coladura y luego la técnica del planchado de la masa vítrea para producir láminas de vidrios planos de 2 x 4 metros. Esto permitió aumentar el tamaño de las ventanas y revolucionó el concepto de los espacios y el manejo de la luz natural en la arquitectura universal.
También en tierras francesas ocurrió otro de los descubrimientos que cambiaría la historia del vidrio. En 1790, los franceses, dirigidos por Napoleón, estaban enfrascados en una guerra y el gobierno, preocupado por la alimentación de los soldados que peleaban en el frente, decidió otorgar un permiso a la persona que inventara un método que permitiera conservar los alimentos.
Un señor llamado Nicolás Appert resultó ser el ganador al dar a conocer una solución ingeniosa.
En un momento de sus investigaciones, Appert observó que los alimentos guardados y sellados en envases de vidrio y luego calentados, no se alteraban, pudiendo ser conservados indefinidamente.
Con este invento, Appert no sólo ganó el premio, sino también un nombre en la historia, al inventar la esterilización al vacío.
Ya con esto estaba dado el primer paso al nacimiento de la industria alimentaria. Con la era industrial, las máquinas sustituyeron la técnica del soplado, comenzando en Inglaterra la fabricación mecánica de botellas.
A este desarrollo tecnológico dio un gran aporte el norteamericano Michael Owens, quien inventó un sistema de producción mecánica que convertía a su país en líder mundial en la fabricación de envases de vidrio.
Hoy el vidrio se hace de una manera completamente automatizada, es un proceso que permite producir miles de envases diarios.