1940 - 1950 La década que marcó la idolatría de Barcelona
Barcelona llegó a los años 40 buscando su ascenso a la serie A del torneo que organizaba la Federación Deportiva del Guayas.
Con los jugadores Wilfrido Rumbea y Rigoberto Aguirre, que estaban a cargo del equipo, y Victoriano Arteaga como dirigente, el equipo del Astillero retornó a la serie de privilegio en 1942.
La incorporación del guayaquileño Roberto Espíndola Coronel como preparador físico (con estudios realizados en Francia) fue vital para la reaparición de los toreros ya que “barrieron” a sus rivales de la intermedia.
El 30 de agosto de 1942 Barcelona sorprendió en su partido en la serie A al vencer 4-2 al entonces poderoso club Panamá, que había brillado en los últimos años. Rumbea León, quien llevaba diez años en el equipo, anunció su retiro en ese encuentro tras anotar un gol de taquito.
Llegada de Sigifredo Chuchuca y Fausto Montalván
El historiador y periodista guayaquileño Ricardo Vasconcellos Rosado destacó que algunos hechos deportivos que acontecieron en la segunda mitad de esta década empujaron a la afición futbolística guayaquileña a identificarse masivamente con el club torero.
En 1946 llegó el delantero Sigifredo Chuchuca, proveniente de la provincia de El Oro, quien se convirtió en una de las figuras relevantes del equipo en los años cuarenta y cincuenta.
También enumeró la llegada masiva de jugadores de Panamá al equipo amarillo. Federico Muñoz Medina, quien era presidente del club, contrató a Fausto Montalván Triviño, quien se desempeñaba como volante por derecha del equipo panamito.
Muñoz Medina le pidió a Montalván que llame a sus excompañeros del Panamá para que sean parte del club: Enrique Romo, Manuel Nivela, Jorge Cantos, Enrique Cantos, Galo Solís, José ‘Pelusa’ Vargas, Nelson Lara, Manuel Valle, que habían sido campeones 6 años seguidos como juveniles en Panamá, se unieron al club del Astillero luego de llegar a un acuerdo económico.
En 1947 Barcelona contrató al delantero milagreño Guido Andrade y al defensa Carlos Pibe Sánchez, proveniente del Norteamérica.
Con ese plantel, Barcelona sostuvo encuentros amistosos, entre 1947 y 1948, con equipos extranjeros, logrando victorias que incrementaron el entusiasmo de la afición hacia el equipo.
Para el historiador Ricardo Vasconcellos R., uno de los motivos para la idolatría fue la contraposición entre el equipo de la clase media y la media baja, que representaba a los toreros, frente al equipo económicamente poderoso que representaba a Emelec.
“Este equipo empezó a llamar la atención por su garra, por su juego, por su lucha en la cancha”, rememora Fausto Montalván, quien fue capitán de los toreros en esa década. En el libro Historia del Fútbol Guayaquileño se detalla que ya en los diarios de esa época se señalaba al equipo como un “ídolo”.
En la segunda mitad de la década del cuarenta, Barcelona y Emelec juegan partidos intensos. El 1 de septiembre de 1948, EL UNIVERSO bautizó ese enfrentamiento como Clásico del Astillero.
El triunfo ante Millonarios
Vasconcellos señala que el juego ante Millonarios de Colombia el 31 de agosto de 1949, cuando el club guayaquileño venció a los visitantes 3-2, el que fortaleció esa “idolatría”.
El Millonarios -con Néstor Raúl Rossi, Adolfo Pedernera y Alfredo D’Stéfano- llegó a Guayaquil junto al Santa Fe de Bogotá para jugar con Barcelona y Emelec unos encuentros a beneficio de los afectados por el terremoto de Ambato, en agosto de ese año, en el estadio George Capwell.
El encuentro duró dos días, pues empezó a las 22:45 del 31 y terminó pasadas las 00:00 del 1 de septiembre.
Por Barcelona alinearon: Enrique Romo; Juan Benítez, Carlos Pibe Sánchez y Galo Solís; Jorge Cantos y Fausto Montalván; José Jiménez, Enrique Cantos, Jorge Rodríguez, José Vargas y Guido Andrade.
Mientras, Millonarios puso en la cancha a Gabriel Ochoa; Gustavo García, Francisco Zuloaga; Tomás Abbes, Rossi, Soria; Alfredo Castillo, Pedernera, D’Stéfano, Pedro Cabillón y Alfredo Mosquera.
Los locales se habían puesto en ventaja con Enrique Cantos a los 5 minutos; los visitantes empatan seis minutos después con disparo potente de Pedernera y con la complicidad del arquero Romo.
D’Stéfano puso el 2-1 tras pescar un rebote en el área torera, pero los toreros igualaron 2-2 con Jorge Rodríguez.
Víctor Lindor, quien entró en sustitución de Enrique Cantos, puso el gol del triunfo de los toreros, a tres minutos del final, lo que hizo enloquecer a los más de diez mil asistentes.
“Se había consolidado la idolatría de Barcelona que, gracias a esa victoria, caló hondo en el alma popular con su equipo de puros criollos derrotando a una constelación de estrellas”, se resume en el libro Historia del fútbol guayaquileño.