Soy árbitro barrial

Un oficio de silbatos, tarjetas y riesgos


Una lesión de meniscos en la rodilla derecha y el nacimiento de su hija hizo que cuelgue los botines y tome un silbato para dirigir un partido. Lleva seis años realizando esta actividad y sus padres aún no asimilan que su ingreso a la cancha sea por otro motivo.

Carlos Castillo Caicedo comenta que desde niño sus deseos siempre fueron ingresar a un estadio para disputar un partido de fútbol y brindarle alegrías al público. Este deporte le dejó muchas experiencias y amistades, como su paso por las divisiones formativas de Vélez Sarsfield, en Argentina, donde conoció a Mauro Zárate, que actualmente milita en la Lazio de Italia.

Su llegada a este importante club argentino fue a los 18 años, luego de graduarse en el colegio Vicente Rocafuerte, con el apoyo de la Federación Deportiva del Guayas (Fedeguayas), que seleccionó a cuatro jugadores para que se prueben en este equipo.

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Tras esa experiencia a la cual califica como “maravillosa” volvió a jugar en Fedeguayas y en el 2005 ficha por el Deportivo Azogues, dirigido por el brasileño Janio Pinto, con el que ganó el ascenso a la serie B, una alegría que duró poco, porque una molestia en su rodilla derecha poco a poco se tornó más intensa y se le detectó un problema en los meniscos.

Con esta noticia decide volver a Guayaquil. Aunque en su mente no pasaba la idea de dejar la actividad profesional se reintegra a Fedeguayas, en el 2006, y luego de un año ficha por Liga Deportiva Universitaria de Guayaquil.

Pero su sed de jugar se cortó porque su pierna perdió esa fortaleza que le permitía burlar a los rivales en el campo de juego y el nacimiento de su hija, a sus 21 años, le cambió la vida por completo y tuvo que tomar la decisión de colgar los botines.

Esto no fue fácil de asimilar, pero con la ayuda de sus seres queridos, sus padres y su esposa, encontró otra actividad que lo pudo tener vinculado al fútbol, el arbitraje, mientras continuaba sus estudios en la Facultad de Educación Física de la Universidad Estatal.

“El arbitraje lo hago por amor y yo estoy enamorado del arbitraje por ahora. Es mi segunda pasión luego del fútbol”, manifiesta Castillo, de 27 años, que aparte de dirigir trabaja como entrenador de fútbol en el colegio Balandra.

Su debut con el uniforme negro, el silbato y el cronómetro fue en los torneos de fútbol sala de la Fedeguayas y poco a poco se fue inclinando por el arbitraje barrial, con la ayuda de su cónyuge Briggitte Andrade Quiñónez.

Sonríe y agradece Dios por mantenerlo vinculado a su pasión y comenta que su mejor recuerdo en estos años es haber pitado a un niño de 12 años que hoy está en primera división del Club Sport Emelec: Carlos Alemán.

El arbitraje es un tema de riesgo. Eso lo conoce bien Castillo. ¿Su antídoto? La oración, con la que busca aplacar cualquier contratiempo con los futbolistas.

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“Cuando me levanto me encomiendo a Dios, para cometer menos errores”, dice Castillo, que antes de ingresar a la cancha analiza cómo va actuar y tratar a los jugadores, para que estos no tengan una mala reacción cuando se les llame la atención o amoneste con una tarjeta.

También detalla que hay muchas personas que se dedican a esta actividad, desconocen del reglamento y del trato a los futbolistas, porque no han tenido una preparación adecuada, como la que se imparte en la Asociación de Árbitros Amateur del Guayas, que tiene registrado a 200 jueces. La entidad no cuenta con el apoyo económico de entidades públicas o privadas.

Los incidentes que se pueden dar durante un compromiso, en muchos casos no solo son responsabilidad de los árbitros, sino de muchos equipos que participan en estos eventos, que tienen poca cultura deportiva, advierte.

Castillo tiene otra arma para evitar problemas: la confianza. Esa que intenta ofrecer a los jugadores que están en la cancha. Para él es una herramienta que evita los conflictos. “No puedes ir de la noche a la mañana a la cancha sin estar preparado y concentrado”.

 

Comentarios

  • ME IMAGINO QUE HACER ESTE TRABAJO SEA COMO EL DE POLICIA SABES QUE ES LO QUE TIENES QUE HACER PERO ESPERA QUE LAS PERSONAS RESPETEN TU UNIFORME MAS AYA DE QUIEN LO UTILIZA Y COMO LO UTILIZA, YA QUE SOMOS SERES HUMANOS E PODEMOS NO TENER LA VERDAD SIEMPRE.