Viernes 20 de Octubre del 2009
Una graduada de la Católica
Dalila Gómez de Santos | Guayaquil
“¡Prohibido olvidar!”, usted tiene razón, presidente Correa. No olvidaré –como graduada de la Universidad Católica– sus ofensas al alma máter y a todos los que nos graduamos en ella. ¿Eran parte del estudio técnico para mejorar la educación superior sus insultos, o es parte de un plan que casi está listo para liquidar todas las instituciones y matar las ideas? Y digo casi, porque estoy segura de que hay almas libres en este país. No olvidaremos, presidente Correa, que el sábado 17 de octubre usted se burló de los que denuncian la delincuencia que asola a nuestra ciudad y país, para luego ir a bailar con su partido en San Francisco.
¿Era necesario burlarse del dolor de las familias que están de luto para justificar la ineficacia de una Asamblea alzamanos que con sus leyes nos han llevado a tener miedo de no estar vivos el día de mañana? No creo que podamos olvidar los asesinatos de Sonia Jaramillo y su hija, Claudia Poppe, atacadas por prontuariados puestos en libertad por esas reformas. No olvidaremos, presidente Correa, sus intentos por acallar a la prensa –y con ella a la opinión pública y expresión ciudadana– que usted solo escucha cuando viene de su partido. ¿O no le es suficiente que la Asamblea no fiscalice los actos de su Gobierno? No nos olvidaremos que la gran mayoría de ecuatorianos está sin trabajo y que usted escabulle el bulto echándole la culpa a la larga noche neoliberal y a la crisis mundial. ¿Era necesario que insulte a los anteriores mandatarios para justificar su modelo revolucionario que está destrozando la economía y la empresa privada? ¿Se ha puesto como meta que el Estado emplee a todos los ecuatorianos?, apúrese, porque la gente no come y tiene que robar. Los próximos sábados cuéntenos cómo le va a Alegro y a industrias Pinto, que el Gobierno asumió para administrar. No nos olvidaremos, presidente Correa, cómo trata de dividir a los grupos sociales importantes, a grupos indígenas, alcaldes, maestros, empresarios, universidades; para que nadie tenga poder. ¿Es necesario dividirnos para que la única representación de poder en la sociedad sea la suya? No nos olvidaremos que usted se ha llenado la boca con el destino de los migrantes y que ellos no han podido regresar a su país por falta de garantías y trabajo. Deje de crearse y crearnos fantasías. Dedíquese a gobernar; han pasado ya tres años. Su enemigo es el tiempo, quizás porque, como usted dijo ese sábado, le dedicaba más horas a ser boy scout, que a estudiar en la Universidad Católica.