Capitán Phillips

  • Título original: Captain Phillips
  • Año: 2013
  • Director: Paul Greengrass
  • País: Estados Unidos
  • Duración: 134 minutos
  • Genero: , ,
  • Reparto: Tom Hanks, Barkhad Abdi, Barkhad Abdirahman, Faysal Ahmed, Mahat M. Ali, Corey Johnson, Chris Mulkey, Yul Vazquez.
Crítica
Capitán Phillips

La angustia se vive en alta mar

Por Katherine Villavicencio

Esta película tiene 6 nominaciones

Dos mundos. Dos realidades. Dos visiones ante la fuerza y el poder que chocan inevitablemente en alta mar. Eso es Capitán Phillips (Captain Phillips), más que una película basada en una historia real, un thriller que parte de lo cotidiano de dos sociedades y llega a lo más íntimo de la psicología de un veterano capitán de barco y un pirata somalí.

Por un lado, Norteamérica, la estabilidad de Richard Phillips (Tom Hanks) , un marino mercante estadounidense, y su esposa Andrea (Catherine Keener); y, por otro, África, la pobreza de un pueblo de pescadores de Somalia y la convicción de Muse (Barkhad Abdi), de capturar a toda costa un verdadero pez gordo: diez millones de dólares producto del secuestro de un buque carguero.

En el 2009, el gigante Maerks Alabama partió con más de 3.000 toneladas de carga comercial y ayuda humanitaria, desde Omán (Asia) hacia Mombasa (África), cuando a su paso por el llamado Cuerno de África, en el océano Índico, cerca a las costas de Somalia, fue interceptado por piratas somalíes. Fue el primer barco norteamericano en ser secuestrado junto con su tripulación en doscientos años, y la noticia recorrió el mundo.

De esa historia real parte el director Paul Greengrass (Domingo Sangriento y Vuelo 93), pero le imprime –de a poco- la intensidad de un suspenso que llega a despertar angustia, impotencia y desesperación en el espectador. Greengrass lo logra con situaciones generadas por errores humanos, tanto de un capitán que cumple el protocolo y se enfrenta fallidamente con agua a cuatro piratas armados, como de una banda violenta, que es presa de su ambición y sus jefes.

La habilidad del director, al mostrar planos abiertos con la inmensidad y la soledad del océano, y luego cerrarlos en un bote salvavidas, donde se transpira sudor y sufrimiento, hace que la incertidumbre se mantenga durante los 134 minutos del film, pese a que el final es conocido de antemano por las noticias del 2009. Y en ello también tiene un papel clave el guionista Billy Ray, que adapta la historia procurando contar más con detalles (un mapa, una radio encendida, un mail, un papel) que con palabras.

Los diálogos cortos que desnudan a los personajes, las miradas desafiantes y la actuación impecable de Hanks y Abdi hacen de Capitán Phillips una película que va más allá de la historia propia del secuestro de hace cuatro abriles y del libro en el que se basó: “A Captain’s Duty: Somali Pirates, Navy SEALs and Dangerous Days at Sea” (El deber de un capitán: Piratas somalíes, Navy SEALs y días peligrosos en el mar), de Richard Phillips con Stephan Talt.

Supera al suceso en sí porque a pesar de que la tripulación real ha asegurado a la prensa que Phillips no fue un héroe y que más bien su acercamiento a la costa fue lo que los expuso a los piratas, en la película el capitán no pretende ser heroico. Actúa como un hombre que sabe mucho de barcos pero poco de armas y comete exabruptos que lo ponen al filo de la muerte. Y es en ese lado humano donde la película alcanza mayor profundidad, donde Hanks muestra que sigue siendo ese actor de supervivencia capaz de dejarte un nudo en la garganta, y donde Abdi saca lo más doloroso de un pirata que está dispuesto a todo porque en su mundo no tiene nada que perder.

Este inmigrante somalí, que antes de hacer el casting para la película trabajaba como chofer de limusinas, deja claro por qué su nominación como mejor actor secundario. Hace suyas las mañas de un pirata cercado, maneja sus códigos de “no juegos” y arriesga sin escrúpulos para no perder los millones que en ninguno de sus asaltos ha contado completos.

Un canje fallido, los impulsos del agobiado capitán y un enorme despliegue operativo de la marina norteamericana (con lo que Greengrass saca a relucir su nacionalismo), complican aún más el secuestro. Dentro del bote salvavidas la presión se torna asfixiante, la paciencia se agota y la violencia pone en jaque el control de la situación, incluso para el entrenado cuerpo de operaciones especiales norteamericano Seal. Es en este tramo final de la película que estos dos mundos vuelven a enfrentarse, las realidades se tornan un doloroso reproche de sus sociedades y las visiones de cada lado miden la capacidad de resistencia o, más bien, la capacidad de mantenerse a flote cuando todo parece perdido.