El club de los desahuciados
El club de los desahuciados
Un extraordinario retrato de lucha y perseverancia sin clichés
La tendencia existe, aparentemente. Al menos el genial director Billy Wilder -que del negocio del cine algo sabía- estaba convencido. Fue sentencioso al comentárselo a Cameron Crow en las conversaciones entre ambos en el 2000 (que se convirtieron en un libro), donde afirmaba que los actores que suelen ser protagonistas, para obtener un premio, tienen que interpretar discapacidades físicas o intelectuales.
Con el director de El crepúsculo de los dioses, Testigo de cargo, Una Eva y dos Adanes, y otras maravillas, coincidió Javier Marías en su fabuloso libro Donde todo sucedió. Al salir del cine. El español también cree que Hollywood suele premiar con la estatuilla del Óscar “más que actuaciones, pequeños números circenses. Es decir, a quienes interpretaron ciegos, mudos, minusválidos, dementes, psicópatas, o algún extranjero con fuerte acento, un tipo de papel que depende más que nada, y a partes iguales, de la mera técnica y del histrionismo profundo. Grandes intérpretes han sido a menudo galardonados por sus peores trabajos, que sin embargo eran llamativos por algunas de estas proezas en el fondo fáciles y efectistas”.
Un breve repaso confirmaría la inclinación aludida por Wilder y Marías: Daniel Day-Lewis (Mi pie izquierdo), Kathy Bates (Misery), Al Pacino (Perfume de mujer), Dustin Hoffman (Rain Man), Tom Hanks (Filadelfia, Forrest Gump), Geoffrey Rush (Shine), Nicolas Cage (Dejando Las Vegas), Jamie Foxx (Ray), Charlize Theron (Monster), Colin Firth (El discurso del rey).
De ser así, Matthew McConaughey y Jared Leto, nominados como mejor actor principal y de reparto, en su orden, tendrían altas posibilidades de quedarse con el Óscar por interpretar a personajes contagiados del virus VIH en Dallas Buyers Club (El club de los desahuciados), candidata también a mejor película. Sin embargo, las intensas, pulidas y milimétricamente calculadas actuaciones de ambos están lejos de poder ser encasilladas como “pequeños números circenses”.
McConaughey, tercera opción para el papel del tosco, machista y promiscuo texano Ron Woodroof (detrás de Brad Pitt y Ryan Gossling), demuestra que es capaz de un registro actoral distinto al acostumbrado cuando hace de galán incorregible, sex symbol o héroe ‘simpático’ y extrovertido –y, a veces, las tres caracterizaciones al mismo tiempo- que ha repetido en varias comedias de bajo calibre. Curiosamente, en una de ellas: Los fantasmas de mis ex, coincidió con Jennifer Garner, con quien ahora se reencuentra en Dallas Buyers Club, sin duda un proyecto a años luz del anterior.
El mérito de McConaughey no solo radica en haber bajado 40 libras e impactar con su delgadez extrema. Está estupendo y medido como Woodroof, un personaje de la vida real que sufre una cadena de peripecias cuando se le diagnostica síndrome de sida en fase terminal. Con un pronóstico de vida reducido a un mes, la de Woodroof es una historia de emotiva perseverancia. No se rinde. Batalla contra empresas farmacéuticas que fabrican medicinas que no funcionan entre los enfermos y se surte de las suyas ilegalmente (de prohibida venta en Estados Unidos).
Leto no cae en clichés y tampoco es una caricatura. Es certero en su rol de Rayon, un transexual desinhibido y enormemente generoso. Encarna el alma de Dallas Buyers Club: un personaje entrañable y trágico del que habríamos querido saber más, pero del que Leto consigue transmitir con pinceladas sutiles la inmensa tristeza que lo envuelve. Ayudará al rebelde Woodroof -quien vivió 7 años, no 30 días- junto con la doctora Eve (Garner).
La cinta relata también el viaje del en un comienzo homofóbico y prejuicioso Woodroof rumbo a la aceptación de su enfermedad. Y rumbo a la aceptación de los otros. Esta llega con el conmovedor abrazo del vaquero con Rayon, tras recorrer juntos un tortuoso camino.
Un guión sólido, honesto y bien construido sirve de enganche para una película que fluye fácil, con criterio, sin sensiblerías ni cursilerías.
Excepcional interpretación de McConaughey. Está acertado últimamente en la elección de sus papeles y confirma con su rol en la serie de TV, True Detective, que no es casualidad el giro radical que como actor exhibe en Dallas Buyers Club.
E impresionante sorpresa, para quien escribe, la excelente actuación de Leto. Si los dos se llevan la estatuilla, ni Wilder -donde se encuentre-, ni Marías, tendrían razones para protestar.
Rodada en 25 días y con un presupuesto de $ 5 millones esta recomendable cinta del director canadiense Jean Marc Vallee-, a diferencia de otras premiadas con el Óscar, no será una película fácilmente olvidable.
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