La reina Isabel II celebra seis décadas en el trono británico. Ella, monarca de independentistas, aborígenes y casi 140 millones de habitantes de 16 naciones es, a sus 86 años, una empleada pública rica y famosa que ha dedicado su vida al servicio de una corona que actualmente goza de mucha popularidad. Se declara “profundamente emocionada” por la movilización popular con motivo de su jubileo de diamante.

Como regalo recibe, entre otras cosas, un exclusivo perfume con esencias florales de los países de la Mancomunidad de Naciones elaborado por la Royal Society of Chemistry (RSC). La reina hace también su debut como actriz en una secuencia proyectada durante la cita de apertura de los Juegos Olímpicos, en Londres.

Luego recibe la noticia de que su nieto, el príncipe Guillermo y su esposa, la duquesa de Cambridge, esperan su primer hijo.

No ha sido fácil para la futura madre, pues se le diagnostica hiperémesis gravídica, una forma extrema de náuseas y vómitos que ocurre en el embarazo, lo que la obliga a internarse en el hospital británico King Edward VII. Días después, ya recuperada, sale acompañada de su príncipe.

El rey Juan Carlos de España, al contrario, tiene poco por lo cual sonreír. Su país, que atraviesa una crisis, lo condena por hallarse en una costosa cacería de elefantes en Botsuana, donde además sufre una fractura de cadera.

Mejora y ofrece disculpas por lo sucedido, pero eso no impide que la polémica en torno a él continúe: la organización WWF (World Wide Fund for Nature) España elimina de sus estatutos la presidencia de honor, que él ocupaba. Asimismo, se le adjudica una supuesta amante, la aristócrata alemana Corinna Sayn-Wittgenstein, y dos hijos no reconocidos, Íngrid Sartiau y Albert Solá Jiménez.